Sé que estás ahí
El Rostro de Dios es una expresión bíblica para significar la presencia viviente de Dios; y esa presencia se engrosa, se condensa cuando la fe y el amor hacen que las relaciones del alma con Dios sean más profundas e íntimas.
Dios comienza a manifestarse al alma, pero lo hace como cuando el sol se derrama a través de una espesa arboleda en un bosque muy tupido. Es el sol pero no es el sol: son partecitas de sol derramado a través de la espesura.
El alma tiene que entender muy bien que esa presencia es siempre oscura, pero permaneciendo oscura se hace más viva. Quiero decir que cuando la fe y el amor se intensifican, entonces los rasgos de Dios se perciben no más claros, sino más vivos.
La claridad no se refiere a las formas, que Dios no las tiene, sino a la densidad y seguridad de su presencia. Puedo estar en una oscura noche “con” una persona; aunque no nos veamos, aunque no nos toquemos y estemos en completo silencio mirando las estrellas, puedo “sentir” vivamente su presencia, “sé” que está ahí.
Extractado del libro Muéstrame Tu Rostro de padre Ignacio Larrañaga
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