Solo los libres pueden liberar
Jesús siendo omnipotente, no soñó en omnipotencias. Renunciando a todas las ventajas de ser Dios, se sometió a todas las desventajas de ser hombre. Es, en la escena de la Pasión, donde resplandece el poder y la sabiduría. Basta mirar a la intimidad de Jesús, y pronto nos daremos cuenta de que Él no tenía imagen inflada de sí mismo, no había en Él adhesión a su "yo" porque no tenía "yo" y por eso se comportó, en esas escenas, con tanta libertad, tanta serenidad y tanta grandeza. No le importaba nada, ni los insultos ni las injusticias. Estaba desligado de todo. Por eso se sentía libre. Porque era libre, fue libertador. Sólo los libres pueden liberar.

Al máximo despojo corresponde la máxima libertad, a la máxima libertad corresponde la máxima grandeza. En Getsemaní, el Padre asumió la voluntad de Jesús. Con esta entrega total en las manos del Padre, Jesús quedaba sin nada: no tenía discípulos, amigos, frutos de los trabajos, fama, sangre, vida... Quedaba sin nada. Si no tenía nada, no tenía nada que perder; era el hombre más libre del mundo porque era el hombre más pobre del mundo. Por eso, nunca se comportó con tanta grandeza y libertad como en las escenas de la Pasión, porque, al que nada tiene y nada quiere ¿Qué le puede turbar?
Extraído del libro “Sube Conmigo” de padre Ignacio Larrañaga
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