¡Oh Espíritu Santo!

Oh Espíritu Santo, poderosa fuerza de Dios, haz en este momento el prodigio de identificar mis sentimientos con los sentimientos de Jesús.

Mi Señor Jesucristo, muerto y resucitado, presente en mí, toma posesión completa de todo mi ser. Hazte vivamente presente en mi cuerpo y en mí espíritu, y asume completamente lo que siento, lo que soy, lo que tengo. En este momento, tus sentimientos, Señor Jesús, sean mis sentimientos. Tus emociones, mis emociones. Tus ojos, mis ojos. Tus brazos, mis brazos.

Me esforzaré para aceptar todas las renuncias que este camino exige, y te prometo, con la ayuda de Tu Santo Espíritu, nunca quejarme de las exigencias, de las dificultades, del cansancio, no rehusando jamás ningún sacrificio que Tú me pidas. Todo esto lo digo y afirmo porque cuento con el amor y la alegría que sé que Tú vas a despertar en mí, para que yo pueda hacer realidad este compromiso.

Extraído del Libro Conversión Permanente de padre Ignacio Larrañaga.