Maran Athá, ven Señor Jesús
Todos estamos a la espera de que descienda el Pastor de los altos cerros, con su provisión de pan y agua, y aceite para las lámparas apagadas y las heridas. Y, cuando haya regresado, en cada mirada divisaremos mundos desconocidos; la higuera estéril, al pie del barranco, dará dulces higos; el Pastor hará resonar su caramillo, y el mundo se apaciguará.
La luz luchará con las sombras, y acabará venciéndolas. Dios será una brisa en las tardes de estío. Llegará definitivamente el día de la siega, de la vendimia, de la boda y de la danza. Se abrirán las jaulas, las cadenas se romperán, se oxidarán las espadas y sólo quedarán los arados sobre los campos dilatados. Y regresará para siempre la infancia a nuestros ojos, para poder contemplar al Padre vistiendo las margaritas del campo y alimentando a los gorriones del patio.
¡Ven, Señor Jesús!
Del libro El pobre de Nazaret de padre Ignacio Larrañaga
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