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Novedades Fundación TOVPIL

La vivencia del abandono


La vida misma le obliga al cristiano a vivir permanentemente en actitud de abandono, porque en cualquier momento del día llegan sorpresivamente molestias, disgustos, decepciones, desalientos, enfermedades, traiciones, incomprensiones…; el creyente (después de luchar por solucionar todo lo que tiene solución) descubre la mano del Padre que dispone y permite todo, renuncia a su instintiva resistencia mental, y se entrega en sus manos en silencio y paz.


El peor disgusto puede esfumarse con un «hágase tu voluntad». No hay analgésico más eficaz para las penas de la vida.

El “abandonado” acalla las rebeldías reactivas que le brotan de los golpes de la vida, apaga los clamores del resentimiento, apoya su cabeza en las manos del Padre, y con un «hágase tu voluntad» queda en silencio y paz, y consigue vivir libre y feliz.


 Con la vivencia del abandono nace la serenidad, desaparecen los complejos, los miedos se los lleva el viento, las angustias son desterradas, las amarguras se truecan en dulzuras, desaparece la ansiedad por el incierto porvenir; con un “hágase tu voluntad” los fracasos dejan de ser fracasos y la muerte deja de ser muerte, como sucedió en Getsemaní. Definitivamente, no hay derrota posible para los que se abandonan.



Extraído del libro ·Itinerario hacia Dios” de padre Ignacio Larrañaga

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