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Novedades Fundación TOVPIL

“He llegado a mi casa”

 

En esta fecha tan memorable, en que la Familia TOV conmemora el 11º Aniversario de la Pascua de padre Ignacio Larrañaga, compartimos pasajes de la homilía de su hermano capuchino p. Miguel Ángel Ariz, en el día de su funeral en Santiago, el 3 de noviembre de 2013.

 

Acabamos de escuchar el evangelio de este domingo, en el que Jesús se encuentra con el publicano Zaqueo, que lo recibe con alegría en su casa, acoge su mirada, su Palabra: “hoy quiero hospedarme en tu casa”, experimenta la misericordia de Dios, y su vida cambia.

 

Nuestro hermano Ignacio Larrañaga conoció también a Jesucristo; acogió su mirada, su Palabra; Jesucristo se apoderó de su corazón, hasta convertirse en el centro de su vida, la pasión de su vida. Experimentó la misericordia de Dios, como Zaqueo, y dedicó su vida entera a comunicar esa Buena Noticia que le llenaba el corazón: el amor, la misericordia del Padre: “Si conocieran al Padre...” repetía una y otra vez... Por eso recorrió tantos lugares del mundo, escribió libros, habló con esa pasión que le caracterizaba. Parafraseando a Aparecida, podemos decir que conocer a Jesucristo fue lo mejor que le ocurrió en la vida, y darlo a conocer a los demás fue su alegría más grande.


Ignacio quería ser misionero en tierras lejanas. Tuvo que esperar 6 años, en que se dedicó a acompañar como organista en San Sebastián y Pamplona. A veces iba a confesar y predicar a algunos pueblitos. En uno de ellos, cuando tenía 29 años tuvo una experiencia que podríamos llamar “mística”: en una noche se sintió inundado por la ternura de Dios Padre. Ese acontecimiento, nos cuenta él, marcó su vida y su manera de relacionarse con Dios.

 

En su primer libro “Muéstrame tu rostro” y después en los encuentros de experiencia de Dios y en los Talleres Ignacio fue reflejando su experiencia de Dios. Acuérdense cómo nos decía: nadie se emborracha hablando de vino; es preciso beberlo”. No basta hablar de oración. No basta con hablar de Dios. Es preciso hablarle, y, sobre todo, escucharle. Yo creo que por eso tuvo y tiene tanto eco nuestro hermano Ignacio, porque empezó viviendo él mismo lo que después nos invitaba a los demás. Bien sabemos cómo se levantaba siempre muy temprano, y lo primero era estar a solas con el Señor. Ahí estaba la fuente. Su misión, en realidad, no era suya, sino de Dios.

 

Él nos ha señalado a Cristo; nos ha invitado con pasión a ser personas de oración, para poder hacer fraternidad y trabajar por un mundo más humano y con menos sufrimiento. Él nos ha invitado a dejar que Dios sea Dios en nuestra vida.+

 

Termino con unas palabras que Ignacio pronunció en este mismo lugar cuando falleció el Hno. Camilo. El sentía que Camilo le decía: “ustedes están tristes por mi partida como si me hubieran perdido para siempre. Se equivocan. Estoy vivo, pero de otra manera...Aquí no nos entendemos con palabras, ni siquiera con pensamientos. Simplemente, estamos presentes, unos a otros, “en Dios”. Aquí todo es transparencia. Ustedes están presentes a mí, pero de otra manera, y los veo como criaturas mucho más preciosas que lo que ustedes mismos imaginan...Aquí desconocemos lo que ustedes llaman tristeza o ansiedad. Vivimos eternamente en un mar de serenidad y calma. Es lo que el corazón humano soñó desde siempre...Deben saber otra cosa: aquí hay un río caudaloso que no sólo recorre de parte a parte el paraíso, sino también las arterias de todos los que habitamos aquí. Y el río se llama Amor, y el Amor se llama Dios. ¿Cómo les diré? He llegado a mi casa. He llegado a mi Patria. Para siempre. Ya no hay exilio. Dios me tiene cautivado, infinitamente pleno y dichoso, como no se pueden imaginar” ... Su hermana Mary Carmen lo dice con toda la sencillez de la fe: “Ignacio está en el cielo”, y habita en nuestro corazón y nos anima en el camino”.

 

Del libro “Memorial de la Pascua de padre Ignacio Larrañaga”, publicado por TOV/

 Fundación TOVPIL

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