El creyente y la Fe
- Fundación TOVPIL
- 30 oct 2020
- 2 Min. de lectura
El creyente y la Fe
Sin duda, la fe de parte de Dios es don, el primer don. Y de parte del creyente hay un hermoso y fundamental acto de gratuidad. Es gratuito de parte del hombre porque, para dar esa adhesión vital, el creyente no dispone de motivos empíricos ni de razones aquietantes. En plena oscuridad, se lanza a los brazos del Padre, a quién no ve, sin tener otro motivo y otra seguridad que su Palabra. Hay mucha gratuidad (y mérito), de parte del hombre, en el acto de fe. Y repetimos, es el máximo acto de amor.

Se desprende que claramente la fe adulta no es principalmente adherencia intelectual a las verdades, doctrina y dogmas sino adhesión vital y comprometedora a una persona. Se trata de asumir a una Persona, y al asumirla se asume también toda su Palabra que condiciona y transforma la vida del creyente.
El creyente que se entrega salta por encima de los procesos mentales, por encima de los problemas sobre fórmulas y contenido… y “alcanzan” a Dios, y así el Señor se transforma en certeza.
La seguridad que no pudo dar el raciocinio, la da Aquel mismo que es el Contenido de la fe, a condición de que haya sido aceptado por medio de una entrega “obsequiosa” e incondicional. Y entonces Dios, transformado ya en luz (certeza) para el creyente adulto, precede y preside la caravana de los creyentes por el desierto de la vida, caminando en la luz y en la esperanza (Ex. 13, 30).
La noche no es oscura para ti,
La noche es clara como el día (Salmo 138)
Extractado del libro Muéstrame tu Rostro. Hacia la intimidad con Dios de p. Ignacio Larrañaga
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